Ciudad de México
Viernes, 22:35 Hrs.
Abordo de una unidad de transporte público, Jorge platica con su acompañante acerca de un proyecto interesante que está a punto de concretarse en su trabajo. Raúl, su hermano, es aquel acompañante que escucha a Jorge hablar con emoción y nervio al mismo tiempo sobre lo que puede suceder en unos días.
Con el cansancio de la semana y con lo pesado que se ha hecho el trayecto a casa gracias al tráfico habitual de los días viernes, en algun momento Jorge dice "buenas noches" mientras decide tomar una siesta en los minutos que faltan para llegar a su destino. Algunos minutos después, a Jorge lo despiertan unas voces que hablan a gritos, al abrir los ojos y ver hacia el frente del autobús nota la figura de un sujeto que con una pistola en la mano es quien grita dirigiéndose a los pasajeros al tiempo que otro sujeto pasa por el pasillo rozándolo exigiendo a todos que le entreguen carteras y teléfonos.
Jorge y Raúl se voltean a ver mientras parecen ponerse de acuerdo en silencio, lo mejor es entregar lo que se les pide y no tener un problema mayor con los asaltantes que durante un par de minutos se apoderaron de la unidad en la que viajaban. Jorge murmura dirigiéndose a su hermano "Ni modo".
Segundos después, los dos asaltantes bajan del autobús habiendo despojado de sus pertenencias a todos los pasajeros, excepto a los hermanos. De inmediato la histeria se apodera de los pasajeros que han sido robados y por ello éstos comienzan a especular sobre una posible complicidad entre el operador del autobús y los asaltantes.
El operador, un joven de apenas 25 años de edad accede a detenerse en cuanto una patrulla está a la vista, lo hace y de inmediato algunos pasajeros bajan de la unidad para pedir el apoyo de los policías que se encontraban en el lugar. Uno de ellos sube al autobús y comienza a hacer algunas preguntas de rutina, toma los datos del operador e informa a los pasajeros que si desean levantar un acta esa situación tomará varias horas.
Todos los pasajeros están de acuerdo en que el operador puede ser cómplice del robo, exceptuando a Raúl y Jorge. Este último levanta la voz y le explica al policía lo sucedido, y lo absurdo que le parece que intenten culpar a alguien que solamente está cumpliendo con su trabajo. Explica que ni a él, ni a su hermano les quitaron objeto alguno y que no por esa podrían ser señalados también como sospechosos.
Ante los reclamos de algún pasajero, Jorge no tiene en problema en decirle frente a todos el por qué su argumento en contra del operador es absurdo. Aquel exaltado pasajero argumentaba que en cuanto le habían hecho la parada para abordar el autobús, el operador se había detenido, a lo que Jorge le dijo que era claro que se debía detener porque ese era su trabajo. El policía decidió terminar con la discusión que parecía subir de tono y dijo que se iba a proceder acorde a las normas establecidas, y que si alguien no estaba de acuerdo con presentarse a levantar una acta por los hechos descendiera de la unidad y se retirara del lugar.
Jorge y Raúl fueron los primeros en bajar de la unidad y con sorpresa notaron que no fueron los únicos ya que por lo menos la mitad de aquellas personas que estaban dispuestas a ir al Ministerio Público a levantar una acta también descendieron. Sabiendo que el trámite duraría varias horas los hermanos decidieron tomar un taxi e ir a casa platicando todavía de los que para ambos eran argumentos sin sentido en busca de encontrar a un culpable que seguramente no tenía nada que ver.
Ciudad de México
Lunes, 22:17 Hrs.
Sin saber con certeza que era lo que había ocurrido la noche del viernes después de que ellos se fueron a casa, tres noches después, el lunes, tomando el mismo camino rumbo a casa, Raúl y Jorge abordaron la misma unidad del viernes, el operador era el mismo también y en los minutos en los que el autobús comienza a llenarse en su base, Jorge decide preguntarle al operador sobre lo que sucedió cuando él y los pasajeros fueron llevados al Ministerio Público.
El conductor le comienza a platicar a detalle lo sucedido en aquella agencia sin mayor problema, ahí y sin delito que perseguir, tanto los pasajeros como él fueron presentados únicamente como testigos en la investigación y después de casi cuatro horas pudieron retirarse a sus hogares. La mujer que comenzó con las acusaciones en contra del operador se disculpó con él argumentando que en ningún momento quiso perjudicarlo, en una disculpa que mas allá de la sinceridad que pudiera llevar, a Jorge y a Raúl no les parecía fuera válida
Al arrancar el autobús y salir éste hacia su destino, los hermanos solo comentaron entre ellos que esperaban que su teoría sobre la inocencia del operador fuera correcta, esperando que no volvieran a aparecer en el camino a casa ese par de asaltantes de días anteriores. Por fortuna, éstos no aparecieron.